en una época en que la privatización del espacio público es un hecho generalizado, es necesario preguntarse por el estado de lo público, que desde inicios del s.XX ha perdido su carácter homogéneo y se ha enido transformando en una dimensión cada vez más diferenciada y dispersa, compuesta por una gran variedad de esferas de lo público.
Esta esfera tiene su origen, dentro del mundo del arte, en los cafés y salones como espacios de encuentro y conversación, los museos, la opinión en los medios masivos de comunicación, las revistas de crítica, los espacios de exposición y discusión.
De dominio público.
Desde el siglo XIX el museo de arte se constituye como parte fundamental de la esfera pública, en la medida en que conserva y despliega un conjunto de manifestaciones artísticas que a su vez producen toda una serie de interpretaciones, opiniones, posturas, teorías y debates.
En la primera mitad del siglo XX emerge –primero en
Nueva York y posteriormente en casi todas las grandes ciudades de Europa
y América- un nuevo tipo de museo que opera como espacio de
representación de los planteamientos experimentales de las vanguardias:
el museo de arte moderno.
En sus primeras décadas de funcionamiento el museo de
arte moderno representa un espacio utópico y experimental. Un
laboratorio de pensamiento y acción. Una espacio de debate y de
avanzada.
este modelo se va estableciendo y con ello, su propuesta
crítica y museológica. Tanto los museos de arte moderno que se fundan en
distintas ciudades del mundo, como las galerías comerciales dedicadas a
la difusión y venta de este tipo de arte, llevan este modelo expositivo
del terreno de la experimentación y el riesgo, al de la
institucionalización rampante, de la que emerge radiante el museo como
experiencia espacial, donde la colección pierde su carácter patrimonial
para convertirse en capital cultural, el edificio del museo en objeto artístico y, el público, en turista-consumidor.
En la década de los 60 todavía se puede hablar de una crítica que buscaba articularse con el gran público,
una crítica con fines pedagógicos que ve en la nueva tecnología de la
televisión, la posibilidad de llegar a una gran audiencia a la que se le
debe hacer entender la necesidad de modernizarse conociendo los planteamientos y obras de este nuevo arte.
En términos generales, se trata de una esfera pública donde los debates
del arte están sintonizados con los discursos y transformaciones de una
sociedad que busca en los ideales de una modernidad abstracta y racional
-que se promueve tanto desde el arte, como del Estado y la empresa
privada- una solución a las graves situaciones de orden social y
económico. Esta esfera comienza a transformarse a medida que los conflictos
sociales se radicalizan y los discursos del arte moderno van
tomando distancia de la realidad social tanto a nivel local como en
otros contextos.
Una vez el Museo logra conseguir una sede propia -luego de una larga
deriva por distintos lugares de la ciudad- a comienzos de los años
ochenta, los planteamientos del arte moderno empiezan a ser revaluados
desde varias perspectivas.